Sigue siendo la lluvia una fiel compañera a este festival, y
un extraño símil con las películas. Esa compañera que te chafa cualquier viaje
a pie, coche o autobús. Y de viajes frustrados va la cosa. Me too y A month in
Thailand pretenden iniciar un viaje. Cada uno a su manera y cada una con sus
resultados.
Me too (2012)
Un grupo de amigos oyen hablar de un misterioso campanario que ofrece
la oportunidad de aquellos que la alcanza de obtener la felicidad. Situada en
una área abandonada supone una locura para muchos que se adentran en este Chernobyl particular para alcanzar este éxtasis emocional. Nadie
ha vuelto cuando se dirige, pero nadie conoce las causas de por qué.
Este grupo de destrozados en la vida, sin interés ni encanto
se embarcan en esta particular y surrealista (que no absurda) aventura. Un asesino,
un alcohólico, prostituta y un inesperado
cantante de rock, acompañados de la carga del padre del alcohólico que no hace
nada por la película.
A fin de cuentas se puede vislumbrar un mensaje metafísico, cristiano,
sobre la muerte y la vida terrenal, “sufrir
en tierra para alcanzar el paraíso divino”. Interesante como se plantea ese
momento mágico del final, pero sí que resulta extremadamente aburrido durante
todo el transcurso de la historia. Con algún que otro momento divertido sin
poco que recalcar, salvo la aparición de un personaje secundario interpretando
al miembro de la Academia de Cine Europeo. Un gag bastante ocurrente si lo
vemos dentro de un festival, pero que no sería tan acertado si lo viésemos en
una sala comercial.
Por las interpretaciones, poco que destacar, todos mantienen
una línea monótona y exasperante.
Y después
de sufrir tanto en la vida terrenal, cambio de planes para dirigirme a
Tailandia… sin éxito.
A month in thailand (2012)
Ante la idea de comedia, me plantea una segunda sesión de
cine para acabar un buen día de festival. ¡Engaño!. Una historia aburrida, sin
gracia, sin emoción,… nada. Un chico abandona a su actual chica en Fin de año
para encontrarse con su ex, poseerla en esta noche de jolgorio.
El pésimo gusto del diseñador del cartel no se contrarresta con la pocas ganas del resto de la película. Un argumento que pintaba bien pero eso, solo aparentaba. Ni siquiera la presencia del
actor protagonista (Ionut Grama) en la sala podría consolar al público ante una trama tan
aburrida. Por cierto, que falta de sangre en la pantalla. Uno se plantea si
realmente está viendo una comedia. Digan lo que digan, es un drama. Aun así,
sigue siendo pobre.
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