4 de noviembre de 2012

Día 2: éxtasis



Despierto y ante las prisas que me consumen, salgo despavorido de mi piso. Destino: Plaza de Armas. Mi única intención es ir al pase de prensa de Reality. El sueño y las pocas horas de sueño que acumulo del día anterior me hacen pensar que voy a ser un ronquido en la sala. Afortunadamente, vuelvo a equivocarme.

La película ya empieza haciendo al espectador un ente curioso, ¿Qué es ese carruaje? ¿Qué hace en mitad de la ciudad? ¿A dónde va? Ya con ese aliciente, sustitutivo de la cafeína, comienzo a adaptar mi cuerpo a la butaca. No para dormir como pensaba, sino para disfrutar de este trabajo de Matteo Garrone

Me introduzco en el interior de una familia italiana, sin nada que resaltar. Viven su vida, bromean de cosas banales, discuten sobre la vida, tienen un trabajo modesto para mantenerse… y todo cambian cuando una de las hijas obliga a su padre a presentarse al casting del Grande Frattello. Al conseguir situarse delante de la primera cámara, el personaje comienza a alterar su forma de vivir, su manera de ver a la gente de la calle y a comportarse de una manera enfermiza y cambiante.


Consiguio aburrirme en ciertas ocasiones, pero consiguió emocionarme, alterarme y ponerme los pelos de punta ante la vida de este hombre. Con humor y seriedad. Consigue robarnos una carcajada y además que te entren ganas de abrazar a este personaje y no soltarle ¡No sigas este camino!. Consigue entristecernos, a sentirnos parte de su círculo familiar, a dialogar con ellos.

Unas escenas preciosas que no invitan a abandonar la pantalla.
Matteo Garrone durante la rueda de prensa

Tras una larga espera, por la tarde vuelvo a presentarme ante as puertas de Plaza de Armas para disfrutar del primer Eurodoc del festival. Movido por impulsos animales, Leviathan me hacía pensar que escucharía hablar sobre este mítico ser marino. Luego recapacite y descubrí que siendo una sección de No ficción, no habría cabida para un mito. Más tarde descubrí que solo trataría las hazañas en el interior de un barco pesquero. Aun así, me pareció ingenioso el título. 

Empieza con una cámara que no parece tener mucha calidad. No vemos más que ligeros reflejos luminosos que no llegamos a reconocer. Una manera adecuada para alimentar la curiosidad, pero demasiado tiempo alimentándonos. Empacho.

Planos secuencia largos, cansino y en muchas ocasiones sin ninguna gracia, perdiendo el fin documental y convirtiéndose en una mera intención de ser creativo. Una desfachatez haber llamado a esto documental. Hay planos que si pueden contar una historia, pero ninguna parece sostenerse en un mismo timón. Con algún que otro plano interesante pero que uno se plantea si ha sido casualidad que sean así de buenos conociendo lo que ha tenido que sufrir minutos (o años) antes. Los chicos que esperan a que se vacíe la sala ríen ante la cara de los poco que han aguantado hasta el final.

En mi más modesta opinión, la cinta no merece la hoguera, tiene una manera de mostrar una realidad, aunque extremadamente lenta, pero que muestra una realidad. Pero no se trata de algo que alguien pueda decir “¡Hoy voy a disfrutar de este fabuloso documental!” que solo cumple una norma. Tan “rebelde” ese esta cinta que no solo no entretiene  que ni tampoco manipula.

Con mal cuerpo y apreciando más aun mi vida pongo rumbo con Grandes Esperanzas a ver algo que no acabe con mis venas haciendo las veces de cuerdas de violín. Próximo destino: Teatro Lope de Vega.

El director, Mike Newell, se presenta ante el público con buen humor, sonriente y transmitiendo buen rollo. Saludo y un “público muy joven” y presentó su adaptación de Dickens como una lectura obligatoria en su país ¡muy aburrida!. Impresionante manera de presentar un trabajo tan personal y alejado de los círculos comerciales como lo fueron Prince of Persia o Harry Potter 5. Se despide “yo no estaré aquí para ver la película porque ya la he visto, pero si queréis, al final de la película volveré para que me tiréis objetos a la cara si no os ha gustado!”.

La cuarta adaptación de esta historia comienza muy ágil (dentro de una evidente lentitud) aunque una fotografía que uno piensa en películas futurísticas como Star Wars, Mal escogida, muy bonita y fácil de disfrutar, pero poco adecuada para la época en la que está inspirada. Difícil de disfrutar por lo rápido que entran en juego los personajes y muy compleja de hilar todas las relaciones de los personajes. Quizá embotado por mi anterior viaje en barco.

A fin de cuentas se deja ver y disfrutar principalmente por su fotografía y su música. Con una ambientación fuera del que estamos acostumbrados, pero muy necesario de que se vea una segunda vez para poder terminar de comprenderla.
Mike Newell bromeando por las fuertes luces del escenario

Termina. Salgo por las grandes puertas de este teatro afortunado. Miro al cielo y solo veo una pantalla negra. Me dirijo a coger una bicicleta que me lleve hasta mi próxima sensación. A mitad de camino me paro. Me doy cuenta de la Night es too Young. Y hay que disfrutarla. Disfrutando con más ganas del paseo, sin prisas, llego a mi destino. Esperando que los restos de peces muertos del documental hayan desaparecido.

Me siento en mi butaca con un paquete de palomitas haciendo el sustituto de mi cena. Moviendo el plástico y haciendo su crujir particular una y otra vez molestando a mis compañeros. Para mi sorpresa, alguien se coloca delante de la pantalla, lo presentan: ¡Estamos ante el productor de la película A night too Young, Jiří Konečný! Que además de producir esta sencillo largometraje también ha financiado otra de las películas que se proyectará en este festival (Made in Ash). Nos promete hacer un intercambio de preguntas al acabar la película de Olmo Omerzu.

La película es bastante sencilla y corta, pero cargada de reacciones y emociones. Los hilos de esta historia se mueven a partir de unos jóvenes que mandan a unos menores a comprar vodka para ellos. La cosa se va de las manos, pero nada se vuelve desesperado ni una sucesión de insultos y gritos. Todo es llevado con tranquilidad. La película es elegante y en ocasiones divertida, surrealista. 

La película tiene además una de las escenas de cama menos picante que he visto.  Pero aun así, mi grado de impresión no es comparable con otra película. No quiero decir por qué, pero será la escena que me recordará este festival… por el momento. 

El procutor Jiří Konečný junto a su interprete

 

 

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