Despierto y ante las prisas que me consumen, salgo
despavorido de mi piso. Destino: Plaza de Armas. Mi única intención es ir al
pase de prensa de Reality. El sueño
y las pocas horas de sueño que acumulo del día anterior me hacen pensar que voy
a ser un ronquido en la sala. Afortunadamente, vuelvo a equivocarme.
La película ya empieza haciendo al espectador un ente
curioso, ¿Qué es ese carruaje? ¿Qué hace en mitad de la ciudad? ¿A dónde va? Ya
con ese aliciente, sustitutivo de la cafeína, comienzo a adaptar mi cuerpo a la
butaca. No para dormir como pensaba, sino para disfrutar de este trabajo de Matteo
Garrone.
Me introduzco en el interior de una familia italiana, sin nada
que resaltar. Viven su vida, bromean de cosas banales, discuten sobre la vida,
tienen un trabajo modesto para mantenerse… y todo cambian cuando una de las
hijas obliga a su padre a presentarse al casting del Grande Frattello. Al conseguir
situarse delante de la primera cámara, el personaje comienza a alterar su forma
de vivir, su manera de ver a la gente de la calle y a comportarse de una manera
enfermiza y cambiante.
Consiguio aburrirme en ciertas ocasiones, pero consiguió emocionarme,
alterarme y ponerme los pelos de punta ante la vida de este hombre. Con humor y
seriedad. Consigue robarnos una carcajada y además que te entren ganas de abrazar
a este personaje y no soltarle ¡No sigas este camino!. Consigue entristecernos,
a sentirnos parte de su círculo familiar, a dialogar con ellos.
Unas escenas preciosas que no invitan a abandonar la pantalla.
Tras una larga espera, por la tarde vuelvo a presentarme
ante as puertas de Plaza de Armas para disfrutar del primer Eurodoc del
festival. Movido por impulsos animales, Leviathan
me hacía pensar que escucharía hablar sobre este mítico ser marino. Luego
recapacite y descubrí que siendo una sección de No ficción, no habría cabida
para un mito. Más tarde descubrí que solo trataría las hazañas en el interior
de un barco pesquero. Aun así, me pareció ingenioso el título.
Empieza con una cámara que no parece tener mucha calidad. No
vemos más que ligeros reflejos luminosos que no llegamos a reconocer. Una
manera adecuada para alimentar la curiosidad, pero demasiado tiempo alimentándonos.
Empacho.
Planos secuencia largos, cansino y en muchas ocasiones sin
ninguna gracia, perdiendo el fin documental y convirtiéndose en una mera intención
de ser creativo. Una desfachatez haber llamado a esto documental. Hay planos
que si pueden contar una historia, pero ninguna parece sostenerse en un mismo
timón. Con algún que otro plano interesante pero que uno se plantea si ha sido
casualidad que sean así de buenos conociendo lo que ha tenido que sufrir minutos
(o años) antes. Los chicos que esperan a que se vacíe la sala ríen ante la cara
de los poco que han aguantado hasta el final.
En mi más modesta opinión, la cinta no merece la hoguera,
tiene una manera de mostrar una realidad, aunque extremadamente lenta, pero que
muestra una realidad. Pero no se trata de algo que alguien pueda decir “¡Hoy
voy a disfrutar de este fabuloso documental!” que solo cumple una norma. Tan “rebelde”
ese esta cinta que no solo no entretiene que ni tampoco manipula.
Con mal cuerpo y apreciando más aun mi vida pongo rumbo con Grandes Esperanzas a ver algo que no
acabe con mis venas haciendo las veces de cuerdas de violín. Próximo destino:
Teatro Lope de Vega.
El director, Mike Newell, se presenta ante el público con
buen humor, sonriente y transmitiendo buen rollo. Saludo y un “público muy
joven” y presentó su adaptación de Dickens como una lectura obligatoria en su
país ¡muy aburrida!. Impresionante manera de presentar un trabajo tan personal
y alejado de los círculos comerciales como lo fueron Prince of Persia o Harry
Potter 5. Se despide “yo no estaré aquí para ver la película porque ya la he
visto, pero si queréis, al final de la película volveré para que me tiréis objetos
a la cara si no os ha gustado!”.
La cuarta adaptación de esta historia comienza muy ágil
(dentro de una evidente lentitud) aunque una fotografía que uno piensa en
películas futurísticas como Star Wars, Mal escogida, muy bonita y fácil de
disfrutar, pero poco adecuada para la época en la que está inspirada. Difícil
de disfrutar por lo rápido que entran en juego los personajes y muy compleja de
hilar todas las relaciones de los personajes. Quizá embotado por mi anterior viaje
en barco.
A fin de cuentas se deja ver y disfrutar principalmente por
su fotografía y su música. Con una ambientación fuera del que estamos acostumbrados,
pero muy necesario de que se vea una segunda vez para poder terminar de
comprenderla.
Termina. Salgo por las grandes puertas de este teatro
afortunado. Miro al cielo y solo veo una pantalla negra. Me dirijo a coger una
bicicleta que me lleve hasta mi próxima sensación. A mitad de camino me paro.
Me doy cuenta de la Night es too Young. Y hay que disfrutarla. Disfrutando
con más ganas del paseo, sin prisas, llego a mi destino. Esperando que los
restos de peces muertos del documental hayan desaparecido.
Me siento en mi butaca con un paquete de palomitas haciendo
el sustituto de mi cena. Moviendo el plástico y haciendo su crujir particular una
y otra vez molestando a mis compañeros. Para mi sorpresa, alguien se coloca
delante de la pantalla, lo presentan: ¡Estamos ante el productor de la película
A night too Young, Jiří Konečný! Que
además de producir esta sencillo largometraje también ha financiado otra de las
películas que se proyectará en este festival (Made in Ash). Nos promete hacer
un intercambio de preguntas al acabar la película de Olmo Omerzu.
La película es bastante sencilla y corta, pero cargada de
reacciones y emociones. Los hilos de esta historia se mueven a partir de unos jóvenes
que mandan a unos menores a comprar vodka para ellos. La cosa se va de las
manos, pero nada se vuelve desesperado ni una sucesión de insultos y gritos.
Todo es llevado con tranquilidad. La película es elegante y en ocasiones
divertida, surrealista.
La película tiene además una de las escenas de cama
menos picante que he visto. Pero aun
así, mi grado de impresión no es comparable con otra película. No quiero decir
por qué, pero será la escena que me recordará este festival… por el momento.
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