5 de noviembre de 2012

Día 3: Dar a luz, perder la luz



Este domingo me desperté con pocas esperanzas de volver satisfecho por los días anteriores. Algo dentro de mi me decía que mi itinerario me iba a defraudar. Que me iba a arrancar de mis labios aquello de “este año ha sido muy flojo”. 
A ROYAL AFFAIR (2012)

Entré en la primera sala, sala 5. Proyectan Un asunto real. Me da una primera sensación de que voy a tener que tragar una historia de reyes y príncipes. De la monarquía, en resumidas cuentas, diciendo que malos fueron en otra época. Pero algo excepcional ocurre en los primeros minutos. Ver al rey Christian VII (Mikkel Boe Følsgaard) de Dinamarca saliendo de detrás de un árbol tímidamente me hace reordenar mis pensamientos. Esta película no va a ser como las demás...

Efectivamente, pude cambiar mi premeditado prejuicio a tiempo para disfrutar de este largometraje. Una historia donde la Corona no es la única protagonista: la Corte, la Ilustración, los pensadores ilustres e incluso protagonismo para el pueblo. Y nada de dar por hecho que la clase alta era ignorante y sin más intenciones que la de uno mismo. Una película hecha con cabeza y con mucha cabeza. Cómo el nacimiento de un niño inesperado puede cambiar el rumbo de todos los personajes. Acabar con ellos.


Una historia sensual y cruel. El trio amoroso se vuelve una aventura de secretos peligrosos. Entrando en juego la prensa, la opinión pública y la libertad individual. Cómo la Corona cambiaba a su antojo y conveniencia las leyes del Estado para satisfacerse a uno mismo. La imagen del Estado como prioridad, el tener al pueblo en silencio y encerrado en su casa sin molestar. El miedo que suscitaban su levantamiento.

Un excelente reparto, una fotografía impresionante, una buena banda sonora y un guión deslumbrante. Todo para formar una película que estará entre las más aplaudidas. 



Con la satisfacción de ver una joya como esta. Al salir oigo muchas voces que dicen que la película Invasor no estaba a la altura y que era propensa a la burla. Con esta idea de muchas cerebros decido cambiar mi itinerario, romper un poco las normas y ser transgresor a mi propio calendario. ¿Qué hay a estas horas? Good vibrations. ¡El título convence!.
 GOOD VIBRATIONS (2012)

Una película, más bien un bio-pic casi documental. Cuenta la historia tan desastrosa de la tienda de discos Good vibrations y de su más desordenado aun propietario Terri Hooley. Un viaje a los años ’70 con mucho humor, referencias a la historia y con la música punk como medio de transporte. 

Richard Dormer encabeza el papel protagonista y qué bien que lo haya hecho él. Transmite un buen rollo que pocos pueden hacerlo. Solo con sonreír consigue transmitir la misma calidez que la de un abuelo. Con un comentario a sí mismo consigue dar cuerda a la película.

Aun por las carcajadas se trata de un drama peligroso. En un contexto misero en el que Terri Hooley decide abrir una tienda propensa al fracaso, pero que se desvive por ella. No es tanto su relación material como sentimental. Casi un mensaje se superación para el público: Nunca abandones tus sueños… aunque duela. Un ejemplo de que algo que sale a la luz puede perder su luminosidad, pero es nuestro trabajo de restablecer la intensidad hasta lo más alto. Nunca dejar que otros nos la arrebaten o la suplanten.



Con la buena racha de hoy, me toca salir sentido a la gala de Amour película de Haneke. Mis expectativas son superiores. El Gran Premio en Cannes me hace pensar que debe ser genial. Lástima, me equivoqué. ¡Es mejor! ¡La sinopsis no le llega ni a la suela del zapato! 
AMOUR (2012)

Haneke nos deleita con un largometraje sobre una de las enfermedades tan crueles para la sufridor como para aquellos que la rodean. Provocando sensaciones de desasosiego en el espectador y de angustia. Sin caer en el tópico de superación personal y por un sentido más agrio. Cuenta un momento de la vida de esta pareja que está en declive. Es el amor es el único arranque que permite continuar ante una situación que solo puede causar desgana. Con planos largos y medidos, diálogos sumamente cuidados, cada palabra se convierte en una macabra, terrorífica y entristecedora poesía (permitidme la desproporción) y con silencios sobrecogedores. 

Increíble la fuerza de sus actores Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva. Trasmiten las sensaciones más crueles y se meten tanto en el papel que parecen ser parte de la realidad. Se convierte en un deporte de riesgo afirmar que están actuando. Provoca una sensación de terrible oscuridad, de aferrarnos a lo que amamos. En ocasiones egoísta y en otras generosa. 

Haneke ha tratado una enfermedad como nunca y con un resultado que le ha sido premiado adecuadamente y que puede tener más si lo desea.



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