Este domingo me desperté con
pocas esperanzas de volver satisfecho por los días anteriores. Algo dentro de
mi me decía que mi itinerario me iba a defraudar. Que me iba a arrancar de mis
labios aquello de “este año ha sido muy flojo”.
A ROYAL AFFAIR (2012)
Entré en la primera sala, sala 5.
Proyectan Un asunto real. Me da una primera sensación de que voy a tener que
tragar una historia de reyes y príncipes. De la monarquía, en resumidas cuentas,
diciendo que malos fueron en otra época. Pero algo excepcional ocurre en los
primeros minutos. Ver al rey Christian VII (Mikkel Boe Følsgaard) de Dinamarca saliendo
de detrás de un árbol tímidamente me hace reordenar mis pensamientos. Esta
película no va a ser como las demás...
Efectivamente, pude cambiar mi
premeditado prejuicio a tiempo para disfrutar de este largometraje. Una
historia donde la Corona no es la única
protagonista: la Corte, la Ilustración, los pensadores ilustres e incluso protagonismo
para el pueblo. Y nada de dar por hecho que la clase alta era ignorante y sin
más intenciones que la de uno mismo. Una película hecha con cabeza y con mucha
cabeza. Cómo el nacimiento de un niño inesperado puede cambiar el rumbo de
todos los personajes. Acabar con ellos.
Una historia sensual y cruel. El trio amoroso se vuelve una aventura de secretos peligrosos. Entrando en juego la prensa, la opinión pública y la libertad individual. Cómo la Corona cambiaba a su antojo y conveniencia las leyes del Estado para satisfacerse a uno mismo. La imagen del Estado como prioridad, el tener al pueblo en silencio y encerrado en su casa sin molestar. El miedo que suscitaban su levantamiento.
Un excelente reparto, una fotografía
impresionante, una buena banda sonora y un guión deslumbrante. Todo para formar
una película que estará entre las más aplaudidas.
Con la satisfacción de ver una
joya como esta. Al salir oigo muchas voces que dicen que la película Invasor no
estaba a la altura y que era propensa a la burla. Con esta idea de muchas
cerebros decido cambiar mi itinerario, romper un poco las normas y ser
transgresor a mi propio calendario. ¿Qué hay a estas horas? Good vibrations. ¡El título convence!.
GOOD VIBRATIONS (2012)
Una película, más bien un bio-pic
casi documental. Cuenta la historia tan desastrosa de la tienda de discos Good
vibrations y de su más desordenado aun propietario Terri Hooley. Un viaje a los años ’70 con mucho humor, referencias
a la historia y con la música punk como medio de transporte.
Richard Dormer encabeza el papel
protagonista y qué bien que lo haya hecho él. Transmite un buen rollo que pocos
pueden hacerlo. Solo con sonreír consigue transmitir la misma calidez que la de
un abuelo. Con un comentario a sí mismo consigue dar cuerda a la película.
Aun por las carcajadas se trata
de un drama peligroso. En un contexto misero
en el que Terri Hooley decide abrir una tienda propensa al fracaso, pero que se
desvive por ella. No es tanto su relación material como sentimental. Casi
un mensaje se superación para el público: Nunca abandones tus sueños… aunque
duela. Un ejemplo de que algo que sale a la luz puede perder su luminosidad,
pero es nuestro trabajo de restablecer la intensidad hasta lo más alto. Nunca
dejar que otros nos la arrebaten o la suplanten.
Con la buena racha de hoy, me
toca salir sentido a la gala de Amour
película de Haneke. Mis expectativas son superiores. El Gran Premio en Cannes
me hace pensar que debe ser genial. Lástima, me equivoqué. ¡Es mejor! ¡La
sinopsis no le llega ni a la suela del zapato!
AMOUR (2012)
Haneke nos deleita con un
largometraje sobre una de las enfermedades tan crueles para la sufridor como
para aquellos que la rodean. Provocando sensaciones de desasosiego en el
espectador y de angustia. Sin caer en el tópico de superación personal y por un
sentido más agrio. Cuenta un momento de la vida de esta pareja que está en
declive. Es el amor es el único arranque que permite continuar ante una
situación que solo puede causar desgana. Con planos largos y medidos, diálogos sumamente
cuidados, cada palabra se convierte en una macabra, terrorífica y
entristecedora poesía (permitidme la desproporción) y con silencios sobrecogedores.
Increíble la fuerza de sus
actores Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva. Trasmiten las
sensaciones más crueles y se meten tanto en el papel que parecen ser parte de
la realidad. Se convierte en un deporte de riesgo afirmar que están actuando. Provoca
una sensación de terrible oscuridad, de aferrarnos a lo que amamos. En
ocasiones egoísta y en otras generosa.
Haneke ha tratado una enfermedad como nunca y con un resultado que le ha
sido premiado adecuadamente y que puede tener más si lo desea.
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