La oscura y lluviosa noche sevillana tan melancólica fue
cubierta por el Teatro Alameda. Para ello se encargó el documental de Gerardo
Olivares. El cineasta deja de forzar la imagen cinemática para volver a
escribir un documental.
Marcos, el lobo
solitario (2012)
Tras dos años sin
mostrarse en la pantalla, Gervasio vuelve con la misma herramienta con la que empezó a
darse a conocer: el documental. En esta ocasión vuelve con un tema que le entusiasma.
Tanto es así que le dedico un espacio en el cine con Entrelobos. Vuelve a mostrar en la pantalla la historia
de Marcos, el niño que fue abandonado de pequeño y sobrevivió durante 12 años
entre lobos como uno más de ellos.
Gervasio decide contar el antes y el después. Todo aquello
que el cine no le suponía conveniente y atractivo en la narrativa. Decide
expandir la historia, dar a conocer la verdadera historia haciendo una especie
de “Entrelobos 2”.
Comienza como una película, presenta unas características más
apropiadas para una película. No olvida una explicación del tema y una voz en
off. Claro que su experiencia es un factor para no debatirle nada de estos
aspectos más básicos. La voz en off es inexpresiva, cansina y poco… profesional.
Se palpa que la historia entra en juego su película y como consiguió conocer a
esta persona tan característica. Para dar ese vinculo la voz en off es del
mismo director. Personaje que adquiere también importancia en la trama del
documental. Un “Indiana Jones en busca de Marcos Pantoja”
Por lo general, le falta calidad. Y demasiadas referencias a
la película que parece coger forma para ser un contenido en los Extras del DVD.
Interesante el uso de conversaciones con cambios de plano, pero parece muy
abusivo y, teniendo en cuenta que no es una película, resultan cargante.
Lo mejor: las
reflexiones de Marcos. Sus pensamientos en una educación adecuada en los
jóvenes.
Lo
peor: la interpretación del director.
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